Olor a
Palomitas
Por Rodrigo Díaz
Recuerdo el
promocional de la película “Bajo Fuego”
(Under Fire, Dir. Roger Spottiswoode, 1983). En aquella película actuaron Nick
Nolte, Joanna Cassidy, Gene Hackman y Ed Harris, entonces tenía cuatro años, el
tono bélico de las imágenes me cautivó, sentí por primera vez un
estremecimiento en todo mi cuerpo de niño, algo turbulento pudo haber motivado tales escenas, no podía evitar sentir el peligro de la mujer
con una grabadora en mano, sus ojos claros
me transmitieron muchas cosas, eran diferentes a los ojos que comúnmente
observaba, aquellos ojos representaban algo nuevo, incierto o desconcertante
que yo como niño solo pude canalizar en estremecimiento.
Aquel cine formaba
parte de los Multicinemas de la desparecida Organización Ramírez, en Plaza
Satélite, Estado de México. Lo que pude capturar de la película fueron aquellas
imágenes de dos reporteros en medio de una guerra en Nicaragua. Sabía que no
tenía la edad suficiente para poder acceder a la Sala de cine y solo podía
quedarme con las imágenes de los carteles que promocionaban las películas.
Esa
etapa de mi vida fue frustrante porque me quedé sin ver muchas películas que
clasificaban solo para mayores de edad. Alguna vez recuerdo la película de “Christine” (John Carpenter,1983); mi
primo Sergio, seis años mayor que yo, se miraba al espejo y se peinaba con un
poco de gel, la chamarra de piel color café que usaba lo hacía lucir más
fornido y casi siempre lograba entrar a
las funciones para mayores de edad, yo solamente lo miraba con envidia y tenía
que esperar pacientemente al día siguiente para que me contara todo lo sucedido
en la película, a veces hacía que Sergio se impacientara, debido a que yo no me había desvelado el día anterior,
entonces despertaba muy temprano y me dirigía a la habitación donde él se encontraba descansando, entonces solo me limitaba a mover un poco su
cabeza para que abriera los ojos, su cara y cabello desarreglado, lo hacían
parecer más grande de lo que realmente era, por eso mismo, pudo disfrutar las
películas para mayores de edad y tener acceso a la función con el
consentimiento del Interventor de la Secretaría de Gobernación.
Sergio se
aprovechaba del interés que yo tenía por saber de que trataba la película, así que para contarme lo que había visto en
el Cine, me ponía una condición, debía preparar el desayuno para poder escuchar
un resumen hablado de la película, y así poder conformarme con la crónica que
me ofrecía desde que compró el boleto, se formó para entrar y la pose que tuvo
que hacer para que le permitieran el acceso a la sala, incluyendo los detalles
de los refrescos, helados y otras golosinas que hubiera consumido y las escenas
más impactantes de la película que hubiera
disfrutado o sufrido.
Tenía que
aceptar las impresiones y el detalle que Sergio me daba sobre los personajes,
yo tenía que construir la imagen del personaje a través de la descripción que
me daba Sergio sobre los atuendos, forma corpórea, edad y condición emocional.
Fue entonces que empecé a desarrollar una cierta preferencia por las películas
que involucraban a una mujer como figura central de la película y luego
entonces de la narración. A partir de la prohibición crucé por un mundo del que
no podía escapar, pero que según las normas morales tendría que descubrir a
cierta edad. Los amigos de la Secundaria hacían bolita, nunca faltaba la playmate del
mes en la Revista Playboy, uno de los compañeros se quedaba en la puerta para
vigilar que el Maestro no entrara al Salón y pudiera presenciar a sus alumnos
rompiendo los esquemas tradicionales de comportamiento a la mexicana. Yo
realmente no apreciaba mucho las clases por aquel tiempo, me interesaba más
conocer la anatomía femenina que estudiar álgebra o química.
El cine fue
uno de las principales fuentes de información para conocer el mundo, aquel
mundo que como ya lo he dicho, me estaba prohibido por ser menor de edad. La
primer película que vi fue “Enter the Dragon”, y fue en un auto-cinema que
estaba ubicado en Periférico Norte, mi padre me escondió en la parte trasera
del coche, así que esa noche pude ver la película y descubrí la belleza de un mundo doloroso, un
mundo que hace del ser humano algo más que un actor, fue la primera vez que mi
cuerpo se estremeció hasta agitar el alma que en mi cuerpo tenía una edad
milenaria, por eso hasta la fecha siento una conexión muy fuerte con el pasado
que pudiera ser un eterno viaje hasta el presente. Dos hombres pelearon cuerpo a
cuerpo en la pantalla inmensa, así fue como descubrí las posibilidades del
cuerpo y la fuerza que se imprime para derrotar o matar a un adversario. Pude
ver la escena en la que Bruce Lee golpea a O´Hara hasta matarlo, como venganza por haber provocado la muerte de su hermana.
Aquella
película terminó por causarme pesadillas lo que provocó el arrepentimiento de mis padres por haberme llevado al auto-cinema,
yo desperté en medio de la Noche y suplicaba a mi adversario ensoñado: “yo soy de los buenos”. Después de todo,
lo prohibido dio lugar a que me hiciera consciente de mis actos, esta primera
lección fue una profunda enseñanza sobre lo que era el mundo simplemente: un
camino a escoger.
Me da mucha
tristeza saber que los Cines en México, en su gran mayoría han desaparecido o
se han convertido en Plazas Comerciales, el olor de las Palomitas y el imaginar
lo que vería en la pantalla fueron elementos que me transportaban a una nueva dimensión, y ahora todo eso se
acabó.
Ahora podemos
ver películas en la pantalla de un celular, la vida se ha despersonalizado, por
eso agradezco a mis padres el que me hayan traído al Mundo en el año de 1976, me
siento afortunado de haber visto los anuncios de los cines, que eran hermosos,
terroríficos o graciosos, recuerdo los helados Yom-Yom, y los chocolates
Toblerone; y algo más, la película de el Corcel Negro (The Black Stallion,
Francis Ford Coppola, 1979) aquella película me hizo vibrar, fue un momento muy
bello de mi vida.