miércoles, 18 de enero de 2012

ESCRIBANO

Rómulo y Remo fueron amamantados por una Loba, así comenzó la leyenda sobre la fundación de Roma. Pero, ¿porqué me viene a la mente esta imagen de unos hermanos alimentados por una loba?, ¿acaso los mamíferos que no son humanos pueden  sentir la suficiente compasión para alimentar a otros seres guiados por el instinto?
De ser cierto esto, entonces nosotros deberíamos encarnar un amor que prevalezca sobre todo sentido adverso, llámese odio, ira, rencor o cualquier otro sentimiento contrario a ese sentimiento que hace perpetuar a la especie y sobrevivir  a toda adversidad para que los seres humanos sigamos habitando el Planeta Tierra.  
Este sentimiento, quiero decir el Amor, ha tomado distintas  formas de manifestación y no ha cambiado o al menos no se ha degradado con los tiempos que llamamos Modernos. El hecho de que ahora existan vídeo juegos en los que decidimos el destino de los personajes que interpretamos o el simple hecho de buscar un perfil de una compañera o compañero con quien podamos  entablar una relación planteada virtualmente en una Red Social, no obscurece nuestra capacidad de conservar nuestra propia especie, pero estos  fines van más haya de nuestro deseo por trascender físicamente en el hijo procreado, existe una fuerza ideológica que motiva a la humanidad a perpetuar su especie, más allá de nuestros  intereses personales. 
Miro a la pantalla y lo que veo son expresiones gráficas que representan al amor, o son signos cuyo propósito  es recordarnos que el amor existe. No puedo conformarme con un símbolo o pretender vivir el amor que otro siente, mejor me sumo al sentimiento de observar al otro y sentir como la historia nos ha transmitido esa sensación milenaria que ha trascendido a lo largo del tiempo.
Entre lo vivido y lo anhelado, es el sentido de nuestra vida lo que hace que sigamos cumpliendo años y celebremos las treinta y cinco velas o las setenta luces que los aplausos y el brindis encumbran.
Veo a mi Madre, pienso que ella alguna vez colocó en mi Padre la sabiduría de las palabras que secretamente  hicieron enmudecer al Amor. 
Ahora enmudezco, mi palidez es similar al momento de recordar lo que pude haber hecho y no hice.
Querida Humanidad, gracias por regalarme el Amor cuando el Sol sale de su escondite. Llévame donde tus pies han estado, llévame por las baldosas que brillan en medio del fango e instruye también a mis hijos para que sus hijos puedan hacer lo mismo que yo hice.

Como un regalo te escribo ésta carta, vuela con ella, no pesa mucho, es muy delgada, pero guarda todas tus recomendaciones en su cuerpo por ti deletreado. Con esta correspondencia asustarás a las armas y a los abismos que tratan en vano distraerte.

Gracias por permanecer entre nosotros. 


            

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